A la memoria de Sandra Ayala Gamboa
Aquella mañana, Sandra se despertó con la expectativa de un posible empleo. Recién llegada de Perú, conoció a Nicolás, su compañero de pensión, quién le había dicho que el trabajo era para cuidar a unos nenes.
Estaba ilusionada con estudiar medicina. – Mami, ya vas a ver, cuando me reciba vamos a tener nuestra casita – le aseguraba con la fuerza de un sueño derribador de estadísticas.
Él la acompañó hasta la puerta del lugar, un edificio deshabitado y le presentó a un sexagenario de mirada esquiva. El viejo la saludó con un beso pegajoso de esos que dan ganas de lavarse la cara. Su compañero se despidió, excusándose que se le hacía tarde en el trabajo.
El hombre le manifestó:
-Pasá nena, que no tengo mucho tiempo, así te explico cómo es la cosa.
Cuando ingresaron el olor a humedad la invadió y su magro desayuno agravó sus nauseas.
Se sentaron en unas viejas sillas cubiertas de polvillo. Él le hizo comentarios sobre su belleza, que la calle estaba difícil, que necesitaría a un hombre para protegerla … Ella intentaba disimular su incomodidad, quería hablar sobre el trabajo prometido, pero no deseaba ser descortés y cambiar abruptamente de tema.
Él se acercó y con una caricia en la mejilla, que la sobresaltó, le dijo que la quería ayudar.
De repente entraron dos hombres de aproximadamente treinta años y la saludaron de la misma forma que el viejo.
-Me están esperando- mintió Sandra- por favor me podría decir…
-Para querida ¿Por qué tanto apuro?-dijo uno y se le acercó, ella corrió en dirección a la puerta, el otro le tapó la entrada.
– Tenés que ser más dócil chiquita, así no nos vamos a entender.
Sandra volvió a sentarse, no podía sostenerse, las piernas le temblaban y sospechaba que por la fuerza no iba a salir de ahí. Balbuceo:
– Es que me gustaría saber cuándo podría conocer a los niños… yo tengo mucha experien…
En ese momento se escuchó que levantaban la persiana del frente y dos voces. El veterano le dijo a uno:
–Fijate.
El hombre salió de la oficina y regresó enseguida:
-Es el arquitecto que viene a medir para la remodelación.
-Bueno chiquita, andá.
Ella corrió sin pausa hasta llegar a la pensión. Angustiada, le contó el infierno a su novio. Él entre abrazos le aseguró que la próxima entrevista laboral irían juntxs.
Sandra empezaba a comprender que no iba a ser fácil y que ser mujer e inmigrante complicaba aún más las cosas. Había tenido la suerte de contar su historia, cómo no había sido el caso de Sandra Ayala Gamboa, que fue violada y asesinada el 17 de febrero de 2007, en el ex archivo del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires.