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Las Vendimias. 1936

Por Santiago Echeverría santi.echev@gmail.com 

A la muerte hay que adornarla porque de ella no se puede decir nada, por eso existen los funerales y los obituarios. Aquellas dedicatorias especiales hacen de los avisos fúnebres todo un nuevo género, diferente al de la biografía. Porque de una parte, del escribiente, hay dolor simulado o no, del otro hay necrofilia. El texto comúnmente debe ser de estilo austero y formal. Algunos familiares pudieron darse permisos literarios como lo fue en Mendoza. En 1936 en Las Vendimias, de tirada semanal, que solo se leía en Guaymallén y Godoy Cruz, los obituarios ocupaban medio tabloide para la ostentación de las familias patricias. Padecían de un romanticismo tardío cuyano con fascinación por los cementerios y sus huéspedes. Contrataban escritores de Córdoba o de Buenos Aires con estilo forzado para la pomposa redacción.
El cuatro de junio de aquel año moría Evaristo Villanueva, al que le escribieron sobre la tumba: ¨¡Oh, don Evaristo! Incansable hombre, que desde el febo trabajó la tierra hasta el ocaso. Supo llevar el hierro en una mano y la pluma en la otra. El camino llano dejó a su familia con el imperativo de su inquebrantable moral¨. Continuaba con detalles de su vida, algunos fantásticos, otros bíblicos. Y bajo el final, el escribidor dejó su nombre para futuras contrataciones.
En diciembre la tifoidea fulminó a Eugene Antoine Rolland. Fue sobreviviente de las balas prusianas en la Gran Guerra y llegó a Argentina con ansias de paz. Era de familia vinatera de las tierras de Bordeaux. La necrológica era de más de quinientas palabras y de un elegante francés. ¨Le raisin brille à son esprit. Dans la terre est son âme qui fait pousser les vignes¨, rezaba.
Fue el dieciocho de agosto que el pueblerino se estremeció con los avisos de Las Vendimias. En la primera columna izquierda se enunciaba la bajeza disfrazada de formulismos. ¨Requiescat In Pace.. Don Bautista Larralde. El 17 de agosto de 1936 es asesinado con arma de fuego. El renombrado dueño de la estancia La Vascongada ̈nació en 1870. Se casó con doña Luisa Salavarría a los 24 años. También fue amante de doña Leonor Castelar de la ciudad de Mendoza. Tuvo hijos con ambas mujeres. Felix y Rita y el bastardo Manuel. Azotaba a su esposa con todo el derecho que se adjudicaba. En 1921 en Jueves Santo la despojó de sus ropas para humillarla frente a la familia. Doña Luisa desapareció dos años después. Disciplinaba a los hijos con rigor. Bajo la lluvia de octubre de 1907 arrastró al mayor atado a la montura por los valles como castigo. Utilizaba la fusta hasta que saliera sangre para corregir a sus retoños. Era de buen beber y comer como todo el mundo sabe. Su estado de embriaguez ha sido el suplicio de la familia. Su hijo ilegítimo lo visitó en las afueras de Guaymallén donde comienza la sierra. Don Bautista lo reconoció por los ojos oliva de Leonor. Sólo Dios sabe qué hablaron bajo la larga sombra de un álamo hasta que el mancebo le hizo justicia con un disparo. La comunidad lo recordará como el Vasco, un buen cristiano. Aquí sus deudos desean olvidarlo y lamentan que no pueden odiarlo ̈.