Funámbulista de los Bordes
Funambulista o Funámbulo es el término referido al artista de circo que desarrolla actos sobre cuerdas o alambres tensados, generalmente a una considerada altura, proviene del latín ¨Funambulus¨, ¨Funis¨ significa cuerda y ¨ambulare¨ qué significa caminar, avanzar o andar y da origen al término funambulista.
“El funambulista se juega su destino a cada paso”, (Mariano Horenstein en “Funambulistas, Travesía adolescente y riesgo”.)
¿Cómo hacer pie en un mundo dado vuelta? ¿Qué objetos nos permiten el equilibrio, el sostén? ¿“La cuerda floja o con la cuerda al cuello”? Los bordes, ni de un lado ni del otro. Equilibrio en el centro, cada paso jugarse la vida, cada movimiento en el abismo, el riesgo. Sin riesgo no hay vida. ¿Acaso vivir no es correr el riesgo de morir a cada instante?
“La gente me pregunta, ¿Por qué arriesgas tu vida? Para mí esto es la vida”. (Philippe Petit, El equilibrista francés hizo historia en 1974 cuando caminó entre las Torres Gemelas). Por primera vez en la historia de las torres gemelas, estas fueron unidas.
¿Vivir por los bordes como filosofía de vida o patología narcisista?
“Que su “yo” esté por arriba de los otros.” (Hugo Lerner)
¿Son los bordes las orillas posibles en el siglo XXI? Arribar a las fronteras, permitirse habitar lo incierto, balancearse en el abismo como acto poético de la resistencia a lo rígido.
“Giro histórico que generó otra modalidad de “malestar en la cultura”, produciendo desequilibrios subjetivos, por resquebrajamientos de referencias, modelos e ideales” (Ulanosky)
Y asi como en la época de las prohibiciones y de las culpas, el neurótico se explayaba en síntomas; la histérica reprimía lo que su cuerpo somatizaba, el obsesivo postergaba su deseo, quizás en esta época se trate de encontrar la forma de habitar en la incertidumbre permanente, de andar por el borde de los abismos; hacernos cargo (finalmente occidente!) de la condición de vacío, del sinsentido, dejando de encontrar ideales como suplencias, quizás la verdadera suplencia sea habitar el vacío (y no la búsqueda desesperada de llenarlo como sea, con lo que sea, a coste de lo que sea). Quizás habitar el vacío, caminando por los bordes, con el equilibrio del funambulista, sea un nuevo modo de hacer con eso que somos en esta posmodernidad liquida. Ya ni tan puros, ni tan concretos en cuanto a estructura, ya sin bordes definidos de las cosas, ya sin esa dicotomía que organizaba y ordenaba el mundo que bajo los pies se ve caído.
“El equilibrio es lo más difícil, nosotros también trabajamos en el borde” (Ulanosky)
En el borde, en la orilla de un rio se asoma Narciso a refrescarse. En el espejo del agua ve su imagen, lo atrapa, seduce, ve “un otro” igual asi mismo, y se acerca a besarlo, acerca su rostro, la piel de su boca, el borde de su cuerpo al agua,,, y se ahoga. Es ahí donde se rompe el límite, el borde que no bordea, entre la orilla y lo otro. Ahí, donde en el reflejo de la imagen no hay nada y quizás se trate de poder ir por los bordes del abismo sin caer, habitando el vacío, sosteniéndonos desde el vacío. Quizás no se trate de huir del riesgo de vivir, sino de caminar en la cuerda floja danzando singularmente, genuinamente, sabiendo que todos estamos yendo hacia la muerte.