
Por Mirta Waterman
27 abril, 2025

Mirta Waterman nos comparte una reflexión sobre el concepto de cuerpo desde el psiconálisis de Lacan y de Freud, para pensar su rol en la vejez.
“No es el tiempo el que nos falta.
Somos nosotros quienes le faltamos a él»
P. Claudel
El presente trabajo busca elaborar algunas ideas preliminares acerca del cuerpo en la llamada tercera edad. Partiremos de algunas de las elaboraciones desarrolladas por Freud y Lacan; retomar el desarrollo teórico que Lacan realizó acerca del estadio del espejo en sus primeras enseñanzas y dejar planteadas algunas cuestiones que fue investigando en su último recorrido.
Esta presentación tiene como finalidad, abrir interrogantes y de esta manera se constituya en un disparador para pensar esta temática.
Qué es un cuerpo?
Freud en sus inicios de enseñanza, nos muestra a través de sus investigaciones sobre la histeria, la dimensión de goce del cuerpo en tanto obstáculo que, respecto de la cuestión clínica, nos permite pensar en la presencia del analista como así también del analizante con un cuerpo que sufre de las palabras.
En su texto “Tres ensayos para una teoría sexual” (1905) se referirá al cuerpo como cuerpo pulsional, desarrollando sus fuentes pulsionales, la meta de la pulsión, zonas erógenas, etc. Es así que pensamos el cuerpo pulsional y el falo como organizador de la pulsión.
Es el cuerpo que engendra el yo, es decir que tiene origen corporal; se trata de una proyección del cuerpo; el yo como mito que nos garantiza la apropiación y control de nuestro cuerpo. Debemos decir que, al mismo tiempo, no perdemos de vista la importancia fundante del lenguaje.
Dos puntos nos interesa resaltar del Seminario 1 de Lacan. Uno, en el que presentará el estadio del espejo dando un lugar importante a la óptica por los fenómenos considerados totalmente reales, donde la subjetividad está constantemente comprometida. Un ejemplo interesante es el del arco iris como visión subjetiva. Se trata de una ilusión óptica. No se lo puede tocar, sino solo verlo. Se lo ve destacado en el paisaje pero no está ahí. La cámara fotográfica, como artefacto que media entre la óptica y la subjetividad es lo que registra objetivamente este fenómeno. A su pregunta acerca de qué es el arco iris, Lacan dirá que no hay una diferencia clara de donde está lo subjetivo y dónde lo objetivo.
El segundo punto ubica la relación al proceso madurativo fisiológico donde el sujeto integra sus funciones motoras accediendo a un dominio real de su cuerpo. Señala que la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto de esa maduración.
“¿Creemos tener un cuerpo porque lo adoramos sin tenerlo tal como lo plantea Lacan o bien adoramos el cuerpo que tenemos y que podemos perder en esa degradación incesante?”

Lacan sigue a Louis Bolk, científico holandés, quien hizo referencia al concepto de neotenia- en sus hipótesis acerca de la pasión de no envejecer inscripta ya biológicamente. Lacan consideró esta teoría para elaborar su tesis acerca del estadio del espejo. En este sentido, pensamos el cuerpo prematuro respecto del proceso madurativo y la imagen anticipatoria respecto de esa ilusión de unidad.
J.C.Indart retoma la lectura del Seminario 23, ubicando en el cuerpo hablante lo imaginario articulado al cuerpo para darle lugar al goce opaco de la vida del cuerpo. Ese lugar imaginario infla un poco su consistencia. Al ubicar un goce que si es en el imaginario corporal y no fuera de él es para retomar lo que Freud llamó libido narcisista diferenciándola así de la libido objetal. En su recorrido Indart toma la referencia del texto de “La Tercera” señalando la libido objetal como efecto de lalengua, del laleo materno ubicando en lo imaginario ese goce, ese júbilo del estadío del espejo, donde el otro como imagen cubre un cuerpo no armado y constituído por la completud dada por el otro.
Los dos bordes del cuerpo. Perdemos cuerpo? Cuerpo en deterioro?
Eric Laurent en el “Reverso de la biopolítica”, apartado El cuerpo y su pérdida comenta la última clase del Seminario 23, aísla una escritura del ego que no es asunción de la imagen, sino desaparición, deslizamiento de la peladura del cuerpo. Interesado por lo que se siente en el cuerpo señala una serie de cambios en la percepción del propio cuerpo, constituyéndose como amenaza, como un real para el cuerpo que Freud denominó Unheimlich y Lacan en el Seminario 20 nombró como el misterio del cuerpo que habla, es decir el misterio del inconsciente.
La etapa particular que nos convoca este trabajo, plantea síntomas conocidos como la disminución o enlentecimiento de las diversas capacidades/habilidades de cada quien. Damos cuenta de las pérdidas y degradaciones como un real que se impone, que se presenta imprevistamente, que pone en juego el ajuste permanente de la percepción de una imagen de un cuerpo en constante modificación.
Si bien Lacan no trabaja específicamente el concepto de vejez o envejecimiento en ningún texto en particular, la Conferencia de Lovaina, dictada en 1972 en Bélgica diferencia la noción de temporalidad lógica de la cronológica. Señala allí que el tiempo lógico es el tiempo subjetivo. Nos plantea que no hay un continuo lineal en la vida humana, que hay pasajes abruptos, discontinuidades lo que implica una consonancia del inconsciente. Nos dice que hay un fin, el morir, que, de lo que se trata es del tiempo lineal e implica la marca de lo que no retorna.
El Seminario 7 es donde ubica la función de lo bello como velo ante la muerte, no en tanto lo hermoso o lo perfecto sino lo bello como lo que se soporta en una estética que nos trace un lugar en su efecto de enceguecimiento. Allí mismo se pregunta acerca de cómo el hombre, siendo un ser vivo, puede llegar a conocer su propia relación con la muerte? Su respuesta enfatiza la cuestión del significante, señalando en él y en tanto el sujeto articula una cadena significante, se da cuenta que él (el sujeto) puede faltar en la cadena de lo que él es. Esta idea es lo que llama la segunda muerte, la que está en relación al lenguaje, la que le exige al hombre dar cuenta de lo que no es.
Hay dos cuestiones interesantes retomando el Lacan del Seminario 23. Una, donde aborda la cuestión del cuerpo del parletre a partir de una expresión francesa equívoca que puede significar que el cuerpo suele levantar campamento en el que se produce un proceso de degradación incesante. La otra cuestión, es lo que señala respecto del “parletre que adora su cuerpo porque cree que lo tiene aunque en la realidad no lo tiene” lo que nos da a pensar que la consistencia corporal solo es mental y la degradación es permanente y sin excepción. Es decir, la relación del parletre con su cuerpo como relación corporal se funda en lo que denomina “la adoración del cuerpo”. En este sentido el cuerpo es una superficie de inscripción, como un receptáculo de las sensaciones propioceptivas y de los afectos que nos sobrevienen; Lacan dirá que, el hecho de convertirse en depositario de lo que llama “la idea de sí” pertenece al dominio de lo mental, no al corporal. Entonces, ¿creemos tener un cuerpo porque lo adoramos sin tenerlo tal como lo plantea Lacan o bien adoramos el cuerpo que tenemos y que podemos perder en esa degradación incesante?

Pérdida y degradación corporal. Qué posición del analista en la clínica del parletre adorando su cuerpo que cree tener pero no lo tiene?
Cuando Lacan – en su última enseñanza- vio el estadio del espejo como una experiencia de goce, no una experiencia cognitiva pensó que en esa imagen había algo de real. Es en su texto “La Tercera” que busca un real en la imagen corporal que llamará goce. Va a diferenciar el cuerpo del organismo. Para él, desde la primera a la última enseñanza el cuerpo es imaginario con un goce impensable sin cuerpo y articulado a lo imaginario. La imagen, en tanto envoltura del goce, su captura pasa por lo imaginario. Por eso para Lacan, el cuerpo es imaginario y el goce es impensable sin cuerpo.
Cada cultura produce su tipo de envejecimiento y marca la relación a los Ideales de belleza, de eternidad y longevidad. El mundo occidental presenta una tendencia a idolatrar los cuerpos de la juventud y borrar los signos del envejecimiento. Qué relación construye cada uno con su cuerpo? Qué relación se tiene cuando el cuerpo no responde como antes? Leemos esto como un menos o bien como un real al que hay que enfrentar? Qué tiene para decir el psicoanálisis, los analistas hoy?
Sabemos que la posición del analista trata de preservar lo más singular de cada quien y para lograr dicha posición, una de las cuestiones a considerar, es el atravesamiento del fantasma que sostiene el objeto. Es decir, el psicoanalista opera sobre el vaciamiento de goce, separando saber del goce. Una manera de entender el arco iris como una frontera entre lo propio y lo desconocido, el Otro.
Para finalizar este trabajo me interesa agradecerle a Laura Valcarce la invitación a compartir su Seminario “Clínica de la Vejez” que se dicta en el postgrado de la UBA. Esta invitación a pensar, compartir y desarrollar textos de Freud, Lacan y otros varios autores sobre esta temática, me posibilitó abrir espacios de reflexión y enriquecimiento.
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