Era una mañana apacible, cálida y serena. Ahí estaba ella, una pequeña niña de 7 añoscon unos bellos rizos dorados. Jugaba tranquilamente en su parque con todo lo que sus ojos podían ver. Ese bello jardín tenía magia. Magia en cada bichito, cada hojita, cada flor, cada insecto, cada ave que llegaba para jugar entre sus cabellos.
En esos momentos, en un mundo diferente pero que compartimos todos, se generó una asamblea. Había una revolución. Se juntaron las aves, los bichitos, las flores. Es que detrás del humano existe un mundo fantástico, imperceptible a los ojos pero visible para quien se deja llevar por el silencio del bosque y comienza a escuchar lo que su corazón quiere decir. La naturaleza está viva. La madre tierra se comunica constantemente desde su interior. Simplemente camina descalzo y sentirás sus latidos.
Ya se encontraban todos reunidos esperando al guardián del bosque. De todos los jardines del mundo estaban llegando al jardín de esa pequeña niña, pero ¿por qué? ¿para qué? ¿quién es esa niña? En esos momentos, alguien bajó al encuentro de todos los participantes que estaban reunidos y comenzó a hablar
-Soy el guardián del bosque y he venido desde muy, muy lejos con un informe para cada rincón de cada bosque, de cada jardín de este mundo.Ha llegado a nuestra vida y ya está entre nosotros. Ella aún no sabe que es la guardiana del bosque. Esto ocurrió una noche de luna rosa, donde unos jóvenes novios sellaron su pasión, sumergiéndose en un profundo amor. De ahí nació la pequeña niña hija de la luna. ¿Por qué hija de la luna? ¡Simple! Esos jóvenes se amaron en una noche de luna rosa, así que la niña es en parte humana y en parte elegida por la luna. Ella aún no lo sabe, pero se dará cuenta, habrá que darle pequeñas señales.
Todos se alborotaron, preguntando cómo era posible y cómo lo harían. Entonces cada uno empezó a hacer su propuesta. La mariposa levantó la mano y dijo: “Yo puedo revolotear por su cabello rizado y pararme frente a sus ojos de mirada serena”. Entonces levantó la mano un grillo: “Yo puedo sentarme al lado de ella en un tronco y observarla, moviendo las antenas. Entonces dijo un pajarito: “Yo puedo cantarle dulcemente al oído”. Y así, cada uno de los que estaban reunidos fue dando ejemplos de cómo podía hacer para que ella se diera cuenta. Hasta que un colibrí dijo: “Cada mañana me acercaré a ella, me posaré en su mano y haré un dibujo con las gotas del néctar que junto de cada flor”. Así, cada uno decidió hacer una tarea distinta cada día, cada mañana, aunque lloviera. Así lo cumplieron y desde ese día se acercaban a la niña todos los días, aunque lloviera. Los días de lluvia se acercaban a la ventana, donde ella se quedaba contemplando como las gotas se deslizaban con tanta fuerza desde el cielo, pero con un destello de lentitud, como si se suspendieran en el tiempo, y al llegar al suelo plano y ondulante de pasto, se hacían charcos y de estos charcos se generaba un movimiento en expansión nacido de cada gota de agua, como cuando las gotas caen al mar y se funden con el océano. Y así, día tras día, la niñase quedaba contemplando todo lo que ocurría en su jardín. Era una aventura. Era un mundo mágico.
Cuando llegó el equinoccio de primavera fue el momento en que todos decidieron hacerle saber a la niña quién era ella. Entonces, un hada de la sabiduría muy bella se presentó y le dijo:
-Hola pequeña niña, ¿sabes quién soy?
-No, no sé quién sos. Pero creo saberlo. ¡¡¡Sos una bella hadita, como las hadas de los cuentos y las películas!!!! –dijo la niña, sonriendo feliz.
-Sí, pero tengo que decirte algo. Tú también eres un hada. Naciste del amor de dos jóvenes en una noche de luna rosa. Tus papas se unieron en noche mágica, así que eres también la niña de la luna.
La niña quedó pensando.
-¿Soy un hada? –dijo, feliz.
-Sí, eres un hada y una humana, una niña muy bella. Si te tomas esta gota de néctar que traje para ti, puedo llevarte a ese mundo para que lo conozcas.
La niña decidió tomar esa gota y su cuerpo se fue transformando en una pequeña hadita de rizos dorados. Entonces el hada la tomó de la mano y la llevó a ese mundo mágico. Ese lugar estaba ahí nomás, frente sus ojos, en su propio jardín, desde siempre.
En cada jardín hay un mundo mágico, como en el corazón de cada persona.
Cuando llegó, todos la recibieron con alegría y reverencia y le dijeron que era la guardiana del bosque y que, de ahora en más, ella como humana y como hada tenía la obligación de protegerlos. La niña quedó tan desconcertada ante tan grandiosa responsabilidad que sintióa la vez temor, alegría, un profundo amor. Y dijo:
-¿Aún soy chiquita y a la vez un poco grande?
Entonces, habló uno de los consejeros.
-Aún eres una niña, pero desde tu lugar puedes hacer mucho, aunque seas una niña. Simplemente haz lo que haces cada día. Eso que haces cuando sales al jardín y te comunicas desde lo profundo de tu ser con la naturaleza,sentada en silencio o jugando en el jardín. Parte de lo que tienes que hacer es cuidar, amar y proteger a cada ser vivo que existe en este mundo, en este jardín y en el jardín de la vida. Porque todo está vivo, todo es parte de nosotros, todo es parte de ti. Simplemente tienes que dejarte fluir y saber que en cada rincón de cada jardín que cuidas, hay también alguien que te está viendo y te está cuidando.