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Vestigios de Ivana Szac

 Por Dirbi Maggio

Éste no es un libro para verano tórrido. Vestigios quema las manos. Desde la tapa, obra del artista Gustavo Nicoletti, conformada casi totalmente por la imagen de una mujer joven en llamas, hasta el último verso, en Vestigios todo es fuego. Superficialmente trata de una historia de amor y desamor, atravesada por el ardor de la pasión y el vigor del desengaño. Pero, profundamente, al abrir el libro entramos en un mundo femenino, similar al bosque o a la selva, por sus peligros y emboscadas; allí la mujer vive ardorosamente en medio del riesgo y de la guerra. La mujer combate con el mundo. El amor y la guerra, la pasión y la guerra, el conflicto que no cesa, porque el fuego siempre quema y siempre duele, y siempre estamos combatiendo con otro que nos hace padecer el ardor del amor y el sufrimiento de lo que se acaba.
El fuego quema, reduce a cenizas y purifica: prepara para vivir de otro modo. La palabra poética es una de las herramientas de la salvación, y la otra es el temple. La mujer se salva a sí misma y a las demás, con quienes comparte su experiencia.
Hay poemas bellísimos en que lo cotidiano es elevado a categoría estética por la alquimia de la mirada poética, o frases duras como mármoles que dicen lo que debe decirse, como cuando la poeta se refiere a los latidos del que traiciona: “para tus latidos /con fecha de vencimiento” (p. 37)
Voy a terminar con la lectura de uno de esos poemas netamente femeninos, en que la rutina diaria se viste de filosofía:
Cocino la nostalgia / con cebolla picada / retuerzo la acelga / que no comeremos / condimento la carne // la tristeza se hunde en la olla // no hay frutillas / que le den color a esta soledad // nada tiene el sabor de antes // corto corto corto // trocitos de nosotros / para que duela menos / la despedida.

Para comprar en el local en Av. Gaona 3919 -FLORESTA – De LUNES a VIERNES de 8:30 A 17:30 HS.