Seleccionar página

Caza

Por Evelin Zarate zarateevelin2@gmail.com 

Apenas puedo contener la respiración, si logro mantenerme en silencio por un buen momento, no la a encontrarme. Corrí tan rápido como pude, dejándome llevar por la fuerte brisa. Sí, no va encontrarme. No con ésta ventaja que llevo, aun así debo mantenerme callado.
Este bosque es inmenso, pero cualquier mínimo crujir de las hojas bajo mis pies puede delatarme. Mi cazadora es una experta.
Me hice tan chiquito como pude, tanto así que me duelen las rodillas. Y mientras trato de solo exhalar el aire suficiente para no ahogarme, observo y escucho. Veo la marea de árboles que me rodean, algunos tan altos que parecen tocar el cielo, otros derrumbados en el suelo, como restos de naufragios en medio del follaje.
“Follaje”, mi nueva palabra favorita. Veo las cortezas gruesas, algunas descascaradas, ¿podrían soportarme si tengo que trepar?
Siento pasos acercándose. Pies pesados quebrando pequeñas ramas, y algún que otro escarabajo desafortunado. La electricidad recorre mi cuerpo, quisiera gritar y correr, pero es el miedo mismo tentándome, quiere que eche a perder todo. Clavé mis ojos en un pájaro que picoteaba la tierra, buscando algún gusano para alimentarse. Bien podría tirar una semilla, una hoja hecha bollito, cualquier cosa para espantarlo, pero entonces yo sería cazado. Más ahora que los pies están rondando cerca de mi escondite.
No estás lejos, puedo escucharte- dijo
Pero, ¿cómo? Es imposible, de seguro quiere engañarme. Después de todo, la conozco muy bien. Podría escribir un libro con todos sus trucos.
Sólo un momento, segundos, y tendría que alejarse. En ese instante aprovecharía para correr, correr como nunca antes. Hundí la cara entre mis manos para que no se escape el mínimo sonido. Pude sentir su respiración justo del otro lado. Mi corazón parecía querer salirse del pecho.
Sé que no estás lejos-volvió a decir mientras se reía, y comenzaba a desviar su paso hacia otro árbol
Es ahora o nunca. Levanté mi cuerpo que parecía hecho de plomo, mis piernas adormecidas daban pasos temblorosos, pero no iba a detenerme. Corrí, tropezandome pero sin parar, mientras la escuchaba gritar
-¡No es justo!
Poco me importaba, estando tan cerca de llegar a mi lugar seguro.
La ignoré pero aún la sentía siguiéndome. Mire a los costados, y detrás de algunos arbustos vi los ojos de sorpresa de mis amigos. Seguí corriendo hasta que finalmente,mi mano tocó la pared. Y con la bocanada de aire que me quedaba grité
-¡Pico para mí, y para todos mis compañeros!